martes, 11 de noviembre de 2014

Noche surrealista

Noche surrealista

Salgo de mi escondrijo. Soy un paraguas inmundo que ha sido tomado por las manos más corruptibles de éste país.  La noche se estrella en la oscuridad bajo el cielo violeta . Mi blandengue cuerpo gris que cubre el suelo con su capote azul se retuerce de diversión. La lluvia se desprende de las nubes rosadas que huyen fugaces como los vagones  de un tren ¡huyen! nubes rosadas hacia la eternidad.
Es una transformación extraña , mis pies son de madera y mis ojos desorbitados son botones rojos que se mezclan con la oscuridad . El pez ha mordido mis labios, ¿soy un pez? mi boca es de pez ; mi cuerpo un paraguas y mis pies son de madera vieja y discordante.  Madera gris.
Soy un paraguas , que desemboca sus pies menudos en el barranco miraflorino , despierto con los ojos rojos .
Navego con los pies arribas y el capote azul flotando en las aguas naranjas del río.
Siendo en  altas horas el silencio absoluto, cuelgo el antifaz en la rama más cercana de un árbol de espuma; y mi enigma queda descubierto ante los parroquianos nocturnos.
¿Sere un pez humano oculto en un paraguas? ¿seré un humano convertido en madera?
y, sin embargo, el muelle solitario no posee más que las almas de los buques grandes ahogados en sus aguas.
El pavor , confundido con mis nervios, es un arma mortal anclado en mi pecho de encina.
fluyo en el río bajando hacia los peñascos sueltos, chocando contra los despojos de los navegantes muertos , y avanzo de trecho en trecho la paradoja osadía de mis hechos.
Soy un paraguas , tómame o destróceme , soy un paraguas que resguarda de las lluvias.

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