martes, 15 de marzo de 2016

Matices

Solía a los quince años ir a un instituto de inglés, cerca a casa y dónde pasé horas entre la soledad y la curiosidad. Aún no descubría los besos ni mucho menos las atracciones físicas; Aunque de pasiones bien que sabía, pasiones (si es que aún quedan) castas, sentimientos que acurrucaban mi razón a la vehemencia, a la desazón. Un profesor lo había despertado, y yo ahí, inerte, tratando de encontrarle sentido a tal emoción. La historia del profesor y yo la he relatado muchas veces, sea en cuadernillos , sea en otros blogs , sea en hojas sueltas; y la eterna búsqueda, la necesidad de volverlo a encontrar siempre ha sido mi final predilecto para la misma historia
Solía también los sábados pasar todo el día viendo series, comiendo y aburriendome. Y los besos ya había aparecido hace mucho y las pasiones castas a pasiones lujuriosas. El martes vería de nuevo a alguien , alguien que yo encontré por azar, alguien que me producía cierta curiosidad pero también cierto temor : ¿valdrá la pena esperar al martes y ocuparlo en él?
eso lo veremos, quizá , si es que no me arrepiento y decido irme sin avisar ni dejar rastro.
Me hacía ilusión , al menos , besarlo, y si se puede tocarlo. No lo vi con ojos de especial mas bien con ojos de una falsa indiferencia. Y pues resulta que lo vi , ¡vaya noche! él totalmente enredando sus labios con los míos , y yo ¡ni respirar!
Solía (yo " solía "tanto) tener la mente despejada y nunca perturbada. Los amaneceres iguales, y las caminatas no menos que lo mismo pero , siempre, imperturbable tranquilidad. Sin embargo, mi cuerpo emana necesidades y quiere chance y algo de turbación  y yo soy una cavernícola que intenta engañarla, satisfaciéndola con los líquidos de la imaginación o de las fauces de mi yo animal.
Ambos hombres, como dos bandos opuestos, ofrecían el cielo y el infierno. Ambos perturbaron mi tranquilidad, Uno para siempre y el otro con fecha de caducidad.

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